Siempre había oído que la Feria de Sevilla sólo la disfrutabas si eras sevillano o tenías amigos allí, pero este año, gracias al viaje que hemos hecho en Gruppit, he descubierto que no es así, que los que vamos de fuera podemos disfrutar de Sevilla y de su Feria, y pasar un fin de semana espectacular, porque es verdad lo que dice la canción… Sevilla tiene un color especial.
Hoy ya de vuelta en casa no puedo evitar sonreír al recordar momentos memorables del viaje, mención especial se merece Lola, la guía de Sevilla que nos acompañó y nos enseñó bellos rincones de su ciudad el sábado por la mañana y que en un momento dado, al pasar por una plaza donde sonaban sevillanas, se arrancó a bailar con una chica de nuestro grupo. Descubrimos gracias a ella rincones escondidos, pequeñas anécdotas de su historia, y pudimos conocer un poco de esta bella ciudad.
Ya por la tardes, después de descansar un poco, que otra cosa no, pero calor hacía un rato, nos arreglamos y todos guapetones salimos para la FERIA, con mayúsculas, porque desde luego, el sábado fue una noche con mayúsculas, llena de risas, de bailes, y de diversión. Y es que empezamos paseando por la feria durante el día, como nos habían aconsejado para poder disfrutar del ambiente de los coches de caballos, de los jinetes, y de los preciosos vestidos de mil colores que llenaban la feria, y desde luego, que lo vivimos al máximo. Y entre bailes, rebujitos y casetas llego la noche, se encendieron las luces, y descubrimos una nueva feria, en la que se canta por las calles, se baila en cualquier sitio, y desconocidos se vuelven amigos. Y por supuesto nosotros estábamos en medio de todas las fiestas, porque poco a poco nos hicimos con la pista de baile de una de las casetas, y lo dimos todo.