Crucero, la vuelta a casa
No hacia ni dos horas que estaba en tierra y, solo coger el metro, he vuelto de un mazazo a la realidad del día a día, a la realidad de las prisas, a las caras largas y a ese especie de mal humor que se respira un lunes a primera hora.
Quizás porque esta vez yo no tenía prisa o porque tenía la cabeza aún en el crucero y me sentía todavía de vacaciones, pero, en ese momento, en medio de Paseo de Gracia, camino del eterno pasillo que me permitiría coger el metro de regreso a casa, me he dado cuenta que yo era una de las pocas personas (juntamente con un niño que revoloteaba feliz alrededor de su madre) que sonreía. Y entonces he sentido esa determinación, repetida en todos los regresos de mis viajes: SOY YO QUIEN ESCOJO. YO ELIJO!.
El viajar te brinda la posibilidad, no solo de conocer lugres distintos, gente nueva, vivir experiencias diferentes… sino que también crea en ti un extraña capacidad de ver las cosas desde otro prisma, te aleja del caos del día a día, te permite un cierto distanciamiento. Me atrevería a decir que el viajar te da el don de la objetividad!!!
Es muy importante hacer consciente este momento, verbalizarlo, sobredimensionarlo si quieres, porque esta claridad dura poco, muy poco.
Yo decido aprovechar el momento, yo decido sonreír al mundo.
Ya Lo decía Punset, cuando sonríes parece que los problemas empequeñezcan.
Así que con este remedio, a priori simplista, me dispongo a volver a la realidad, sabiendo que soy yo quien decido, que soy yo quien elige y preguntándome ¿Cuál será mi próximo destino? ¿Mi próximo viaje?
